En México, de acuerdo con los datos provenientes de la Encuesta Nacional sobre la Discriminación ENADIS 2022, realizada por el INEGI, de entre los grupos que de manera histórica y estructural han sido discriminados destacan: las personas indígenas (mexicanas y migrantes) y afromexicanas.
Por el solo hecho de formar parte de un grupo social específico, cualquier individuo posee una serie de prejuicios que orientan su vida cotidiana y definen su relación con la naturaleza, con lo divino, con los otros, consigo mismo y con las cosas. Tales prejuicios pueden contribuir u obstaculizar el reconocimiento de la dignidad de las todas las personas. Por eso tienen que ser sometidos a examen crítico. De lo contrario se corre el riesgo de favorecer actitudes, acciones y discursos morales y políticos que incitan a la discriminación, el rechazo, la exclusión social e incluso a la violencia.
La discriminación es un fenómeno social con repercusiones negativas tanto para quienes la padecen como para aquellos que la generan. Quien es víctima de la discriminación tiene un acceso limitado a los bienes y servicios necesarios para la autoconservación y la calidad de vida. Lo que, en última instancia, es resultado directo de que no se le reconoce como un ser humano con igual dignidad que aquellos que se han encargado previamente de definir la humanidad en un sentido cerrado para favorecerse a sí mismos. Por otro lado, la discriminación afecta a quienes la practican en tanto que les impide descubrir que la humanidad se realiza de múltiples formas. Prejuicio que les impide descubrir la riqueza única de las diversas cosmovisiones. Es decir, descubrir que hay una gama de mundos y posibilidades culturales; no solo uno: el suyo.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Discriminación ENADIS 2022, realizada por el INEGI, sin tener en cuenta la interseccionalidad, de entre los grupos que de manera histórica y estructural han sido discriminados destacan: las personas indígenas, las afromexicanas y migrantes. Ante tal escenario, las diversas instituciones tienen el deber de impulsar programas y políticas que deriven en acciones orientadas a combatir la discriminación. Ya que no hacerlo, por omisión, estarán favoreciendo que se reproduzca.